Vigiliae

La música tiene esa habilidad, ¿viste? Puede elevarnos, transportarnos, y a la vez puede ser cruel con un desdichado. Estaba escuchando Claro de Luna de Beethoven cuando te leí por última vez. Mientras todo dejaba de importar y mis ojos te repasaban hecha expresión ahora, ahora, y ahora. Y es cruel, porque en ese preciso instante en que todo se derrumbaba, apareció el Polaco, para cantarme Garras:

No pude más y en mi afán por llegar / era un duende errabundo / que se perdió sin poderte encontrar / por las calles del mundo… // Y me he quedado / como un pájaro sin nido, como un niño abandonado / con mis penas que se agarran / como garras / y desgarran a mi corazón. // Gracias por venir con tu perdón y tu bondad… / Ya mi pobre vida terminó… / y estoy vacío, muerto para el mundo y para vos mi corazón. / Agonía cruel… Luego soledad… / Este llanto tuyo y nada más…

Y el gran Silvio, el que tanto odiás y que no quisiste escuchar. Tonta, te intentaba decir algo, ¿no te diste cuenta?. Intenta reconfortarme, como un amigo, pero es triste, demasiado:

Veo más: veo que no me halló. / Veo más: veo que se perdió. // La cobardía es asunto / de los hombres, no de los amantes. / Los amores cobardes no llegan a amores, / ni a historias, se quedan allí. / Ni el recuerdo los puede salvar, / ni el mejor orador conjugar. // Una mujer innombrable / huye como una gaviota // (…)y yo, que no soy bueno, me puse a llorar. / Pero entonces lloraba por mí, / y ahora lloro por verla morir

Michael Stipe me da el golpe de gracia:

Trying to keep up with you / And I don’t know if I can do it / Oh no I’ve said too much / I haven’t said enough // I thought that I heard you laughing / I thought that I heard you sing / I think I thought I saw you try.

Tercia

¿Por qué lloramos? Lloramos porque algo no está bien, algo se salió de su curso. Es una reacción física difícilmente controlable. Creo que alguna vez lo dije, pero siempre me asombra, esa sensación previa al llanto que nos inunda el cuerpo, indescriptible y horrible, como un temblor especial que arranca en el pecho y va subiendo atolondrado por la garganta, realmente no sé como escribirlo, pero sé que me entendés, porque probablemente también lo hayas sentido. Lloramos porque algo no está bien. Estoy seguro.

Vísperas

Estoy hace horas pensando en esto, en este texto que estoy escribiendo, y mientras todo lo temido sucedía mi mente enhebraba las palabras más tristes y hermosas que jamás alguien te haya escrito, no sabés lo que eran, deslumbrantes, un puto y tardío manotazo de ahogado. Pero se fueron decantando a lo largo del día, hasta quedar otra vez yo, solo, con el teclado como extensión y mirando una pantalla donde juego a escribir. Y si esas palabras se fueron, sólo puede significar algo: no hay nada que decir. No hay reproches que hacer, no los tengo, lamentablemente, no tengo argumentos a los que aferrarme. Siempre me dijiste que te gustaba ganar en todo, y recién ahora te creo. Ganaste. Pero mirá dónde está lo raro: ganaste porque te fuiste. Por abandono inverso, digamosle.

Y a pesar de todos los nudos en la garganta que siento, te tengo que agradecer. Corresponde. Me enseñaste que sigo sintiendo, por suerte, yo que me pensaba de roca, impertérrito, no. Llegaste y me dijiste con una caricia dolorosa que todavía podía querer y que, evidente y lamentablemente, puedo sentirme lastimado, y triste, y mierda. Porque sí, te quise, te quiero. No te das idea de la cantidad de veces que tuve que guardarme un “te quiero” fugaz, de puro cagón, porque tengo miedo, tenía miedo, y por algo lo tenía, porque mirame ahora. El miedo sabe, la tiene clara, se lo veía venir. Pero está bien. Me enseñaste. Si no duele no se aprende. Oh, no, dije demasiado, pero no dije suficiente. Que estúpido. Que estúpido escribir esto, mientras probablemente estés con él una vez más, la reputísima madre. Que estúpido que es el mundo. Que estúpidos los falsos juegos y las reglas. Que mierda este texto, no te puedo explicar lo corto que se queda, tengo tantas cosas para decir y tan pocas palabras. Ya fue. No tiene sentido.


Comments

  1. siempre de esas cosas se aprende algo no?
    suerte che

  2. Inevitable. Como la canción de Shakira… Si es cuestión de confesaaaaar…. .

    Si a los Flota flota! 🙂

  3. Te acompaño en sentimiento!

    Me digiste por ahí… "espero que estes bien"… desafortunadamente tan bien no estoy (pero no es por lo del hurto a mano armada)…

    así son las cosas

    mua!

  4. No lo quiero, pero a esta altura ya es inevitable. Me quedan mejor los flotadores.

    ({)

    Tristes los que nada esperan, porque nunca serán sorprendidos.

  5. Creí leer alguna vez que no querías que esto se convirtiera en un diario íntimo. ¿habré leído entre lineas?

    Te voy a rescatarr Muzzi si querés, vos ponete el salvavidas que yo te ato a mi barquito y te arrastro por el agua. Je. 🙂

    (})

    Felices los que nada esperan, porque nunca serán defraudados!

    Love you! 🙂

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