Cualquiera diría la más vil mentira, engañaría y estafaría por una noche junto a vos. El más grave pecado podría ser cometido con tal de tener el placer de tu compañía, de respirarte cerca.
Y yo, simple mortal simple, estoy dispuesto a pagar el caro precio de morir en tus ojos, en tus labios, de rozarte el costado en una caricia y sentir tu dulzura en mi mejilla. “No hay peor ciego que el que no quiere ver” dijo alguien alguna vez en algún lugar, y yo seré el peor ciego entonces, porque no quiero ni puedo ver más allá de tus ojos, de tu sonrisa que se interpone en mi camino cada vez que quiero salir a la vida, de la muerte. Necesito exorcizarte.
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