Quiero volar, lejos de aquí escapar, asumir el riesgo, mirarte y planear una vida contigo cargada de sueños. Antes de nada has de saber que no soy recomendable, no tengo alas para llevarte, pero si faltas, cómo salvarme, aunque siempre habrá alguien quien se parta en dos en cada despedida.
La noche debilita los corazones y yo también dije esas mentiras, no me pidas hoy que las repita. De amarte tanto puede que no te ame bien, por eso si yo fuera tu asesino conmigo nunca tendría clemencia, y me condenaría a muerte, que es condenarme a tu ausencia.
Pero recuerda que un día la vida echará abajo tu puerta, y rendida, acorralada te pedirá cuentas por este fracaso, por haberme mentido. Que yo también comparto los mismos miedos, también busco una cinta para atar el tiempo, también arrastro conmigo una cadena de sueños. Otros cumplirán los planes que trazamos, que no terminamos, haciéndolos suyos. Será que es temprano y no quiero ir al trabajo, será que tu olor nunca llega hasta aquí abajo, serán tus retrasos. Me pregunto cuánto tiempo ha pasado desde los primeros errores, del interrogante en tu mirada. Y ahora que te encuentro, veo que aún arde la llama que encendiste; nunca, nunca es tarde para nacer de nuevo, para amarte, para mirarte a los ojos, y tal vez recordarte que antes de rendirnos fuimos eternos.
Ya ves, a veces me canso de mí y de no tener valor para buscarte y cometer todo delito que este amor exija. Qué va a ser de mí, dudo que en ningún bar me puedan servir todo el alcohol que necesito para olvidar. A esas horas, en las que casi todos engañan a sus amantes, casi siempre encuentro un buen momento para asesinarme.
Para escuchar: Qué andarás haciendo
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