Me van dejando las palabras. Se me escapan una a una por la boca, por las puntas de las biromes, por las teclas de los teclados. Será que durante tanto tiempo las malgasté, las usé profanamente subestimando su poder. El asunto es que a medida que escribo me van esquivando, aparecen por un momento y luego como en un juego se esconden sin que llegue a escribirlas. Y con ellas se van las ideas, los conceptos, hasta algunos recuerdos, dejándome en una mudez mental exasperante, más vacío que solo, más estúpido que feliz.
¿Cuántas veces elogié sin estar de acuerdo? ¿Cuántas veces dije sentimientos sin sentirlos? ¿Cuántas veces dije cosas que no pensaba? ¿Cuántas veces pensé cosas que no dije? No supe lo que estaba haciendo.
Por eso les pido que vuelvan, que por favor me perdonen. No puedo vivir sin ustedes, no puedo seguir en este silencio al que me condené, no puedo ni quiero. Prometo esta vez usarlas a sapiencia, conciente y responsablemente, sin malgastarlas, sin decirlas a quien no debo.
(y probablemente no sea tan así)
Leave a Reply