Mientras el sol cae los hombres y mujeres de la tribu regresan a sus casas después de un día de ardua labor. Apenas finaliza el crepúsculo, comienzan la transformación para el ritual. Después de la higiene, ocultan sus caras bajo ancestrales pinturas faciales. Sus mejores prendas lucirán la noche.
En El Templo los chamanes disponen el recinto para recibir a los fieles. Guardan las puertas robustos soldados, que revisan celosos a todo aquel que desee traspasar el umbral. Ningún arma puede ingresar a la casa sagrada.
Hacia la medianoche, a sala llena, comienza el ansiado ritual. Gigantescos conos amplifican el sonido barítono de los músicos y tambores, golpeando el suelo y los cuerpos en una marcha repetitiva que comienza a transformar la concurrencia. Los chamanes, ya en trance, agitan en sus manos recipientes de metal donde preparan sórdidos brebajes que la multitud distribuirá en cíclica comunión constante. Hombres, mujeres; uno a uno comienzan a transformarse ante el efecto de la música ensordecedora y las mezclas chamánicas. Sus cuerpos comienzan a agitarse y contorsionarse, traspasados por un baile milenario, epiléptico, poseídos. Gritan y aúllan en medio de la noche.
Esta plena involución los devuelve a un estado animal donde el instinto de reproducción lo es todo. Machos y hembras se miran, se buscan, se huelen, se rondan, para penetrarse de repente con las bocas, enredando cabellos y pies y manos, apretados rugidos contra las paredes de piedra.
Así continúa la noche, atacándose mutuamente. Los cuerpos se revientan. Algunos no soportan el trance y caen desmayados, vomitando rincones, con los brazos flojos colgando a los costados y la mirada perdida, irracional. Animales. Gritan y aúllan en medio de la noche.
Con la llegada de las primeras luces del alba, las bestias comprenden que todo ha terminado. Emprenden el regreso, una migración espontánea de pasos frágiles en la mañana. Algunos, aún bajo los efectos del trance, todavía estallan en gritos y aullidos.
Sólo volverán a ser hombres después de soñar y despertar.
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