« loqesangra
Abracemonon
– Dale wacho, no es tu culpa, vos podés.
– No es mi culpa. –duplicó el pibe, por lo bajo.
– No, a vos no, salame. Le decía al auto –respondió el flaco, dándole vuelta a la llave puesta en el bombín de arranque, para atrás, para adelante, unos gritos ahogados salían del motor del Taunus, sonaban hienas con tos. –Dale wacho, arrancá, dale, vos podés.
Parecía que guiñaba los ojos el Taunus, mientras las hienas tosían, pero los ojos no, eran las luces del auto las que guiñaban en los troncos de los pinos.
– … y si le prueba apagando las luces? –de pedo se escuchó el susurro del pibe entre unas hienas motor tosiendo hacia la muerte.
– Pero claro, qué boludo no me di cuenta!! Me hubieras dicho antes, boludo!!
Apagó las luces y la llave giró con soltura esta vez. Ningún guiño iluminó la noche. Pero un estruendo hondo percudió el silencio del bosque haciendo ruido a nafta quemando ramas croando ranas y alas volando y todo eso a la vez.
– Apurémonos. –dijo el flaco, serio, prendiendo las luces, pisando el embrague, poniendo primera, pisando el acelerador, soltando el embrague o el embriague, tomando el volante, para adelante, otra vez, todo eso a la vez.
La luz y el ronroneo (o grito) [cada palabra depende para quién] del Taunus se alejaron y volvió la oscuridad y volvió la luna y volvió la luz. Sí, otra vez. Todo eso a la vez.
Yo vi todo eso (y a la vez Fui todo eso) y lo escuché, por eso lo cuento.
Yo estaba al lado de ellos y no me vieron.
Yo estaba en todos lados.
Me estaban buscando. Pero yo.
Yo…
Encontré la manera de ser y no ser. Como Alejandro Sanz.
Por eso nadie me ve.
Nunca más
me van a encontrar.
Estoy acá.
Escondido en tu ser.
¿Podés guardar un secreto?
No le cuentes a nadie.
¿Sabés quién soy?
Soy este
Quien lee esto
Vos
Yo
Somos lo mismo.
Pero no.
Somos diferentes.
Pero somos más mismos que diferentes.
Una manada.
Abracémonos.
Abracemonon.
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