Mazza — Argentina, UX, Business, Philosophy, All, None.

Sections:

« loqesangra

Anteojos de sol



Nota del autor: este texto fue escrito en un Planeta Tierra pre 2020 donde palabras como “cuarentena” y “virus” no eran moneda corriente, aunque ahora ya lo sean… me sorprendió ver esas palabras escritas acá, las sentí fuera de contexto. Pero a la vez no. Supongo que eso es lo lindo de las palabras.

Playa. Una mujer tomando sol, echada sobre su lona estirada en la arena, bikini negra. Anteojos de sol, un cuerpo esculpido. Se levanta, va a sumergirse en el río. Camina como una aparición, todos los hombres la miran. La desean. Se zambulle en el agua, nada un rato. Sale mojada, las gotas le recorren sus curvas.

Me acerqué a hablarle, tenía ganas de hacerlo. Charlamos, se ríe con mis chistes, parece simpática, hay onda, me gusta. Y se saca los anteojos de sol.

Tenía los ojos muertos, te lo juro. Eran unos ojos vacíos, sin vida, mudos. No decían nada esos ojos. No sabían hablar, no sabían mirar. Y lo sé porque no paré de pensar en tus ojos, desde que vi esos ojos sin brillos. Un envase nomás, terminó siendo.

Y ahora pienso en tus ojos. Los miro mirándome, fijo. Tus ojos llenos de vida, tus ojos que hablan por vos cuando vos no hablás, esos ojos que me fulminaron hace lo que ya parece una eternidad. Se me van yendo, tus ojos, siento que necesito verlos de nuevo para que me inyecten otra vez, para sentirme atravesado cuando me mirás.

Pero sólo los tengo en un dibujo, en blanco y negro, que no sé quién habrá dibujado. Me miran esos ojos dibujados, y admiro la destreza del ilustrador porque esos ojos de papel y lápiz están muy cerca de los tuyos, casi que son los tuyos, pero no. Sería imposible reproducirlos, sería imposible repetir todo lo que sentí cada vez que me vieron tus ojos, a veces tímidos, a veces fijos, a veces divertidos, brillando entre las luces nocturnas, mirándome, pestañando en cámara lenta, deteniendo el mundo. Deteniendo el mundo. Me mirabas y no había nada ni nadie más. Sólo vos, tus ojos y yo.

Escribo esto y siento tristeza.

Lo escribo porque me dan ganas de escribirlo y es lo que siento, y por eso también lo enviaré, pero a la vez no sé, siento que lo escribo al pedo. Lo escribo para vos pero a la vez para nadie. Pienso que caerá en el vacío en el que cayeron las últimas palabras que te dirigí, en esa cuarentena en la que me pusiste casi sin que me diera cuenta, como si yo fuera un virus peligroso, un germen que hay que aislar del mundo para evitar que haga más daño y se esparza por ahí.

Pero está bien. No soy quien para pedir nada. Sólo espero que lo leas, ojalá, sólo eso me haría bien. Que lo disfrutes, que te guste. Que sepas que te pienso, no sé en plan de qué, simplemente te pienso a pesar de esta distancia forzada que ahora sí, es incluso más lejana que los 430km a los que está Mar del Plata. La tristeza se irá en algún momento. Pero vos vas a quedar en mí, tus ojos, tu sonrisa, tus abrazos, tus caricias, quiero que lo sepas. Espero también haberte entregado (y dejado) algo de mí, en vos. De alguna manera. De algunita manera. Triste consuelo.

Esto termina con estos versos:

Lo que sí:
tené cuidado
porque…

está lleno
de ojos muertos
pululando por ahí.


El que sigue es: 184 >>
<< 183 es el anterior