Conmoverse hoy en día pasa desapercibido. Uno camina por las calles y lo único que ve es desinterés, egoísmo, individualismo. Nos acostumbraron a eso. Nos acostumbraron tanto que ni nos dimos cuenta que habíamos perdido esos rasgos que diferencian al hombre del animal.
Ayer escuché una canción y me conmovió. Vivo escuchando música y llega un punto que de tanta música que escucho, dejo de prestarle atención. Está ahí, es solo una banda de sonido. No sé que fue, pero el reproductor me trajo una melodía que lo detuvo todo. Son esos pequeños momentos que te dan ganas de seguir estando vivo. Y son esos momentos, en los que te das cuenta que a veces lo que parece tan importante resulta ser tan solo vacío, que cada día perdés un poquito más de tu humanidad para convertirte en un pelotudo más. Te sentís pequeño ante tanta grandeza.
Y empecé como loco a buscar el significado del poema. Hasta que desistí. ¿Para qué destripar algo tan hermoso, tan bello, tan perfectamente moldeado? Sería deshumanizar algo de lo poco humano que aún queda. Esa capacidad sublime de abstraerse, aunque solo sea por un ratito, de toda la mierda y poder darse el lujo de conmoverse.
Sigo siendo humano. De a ratos.
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