Siempre envidié a los buenos cuentistas. La capacidad de algunas personas, literatas o no, de contar una buena historia o un relato atrapante e hipnotizar al escucha parece escaparse de mis manos como un puñado de arena. Y seamos sinceros, ¿quién no disfruta escuchando una buena historia?
Pero no encuentro el ritmo, la cadencia, el espaciado, ni las palabras necesarias. Estaré condenado a escuchar. Que parece otra habilidad que escasea en estos días.
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