Esta lluvia me hace acordar a vos. No quiero palabras rimbombantes ni cotillones, por hoy no. Pero me acordé, ¿viste? Así de repente, arriba del 45 empañado con sabor a Goyeneche, recordé esa noche en que nos vimos. Es curiosa mi memoria, olvida comidas y cumpleaños pero me trae (a su antojo) estas imágenes, caprichos del recuerdo.
Estoy divagando. Bah, qué importa. No sé cuánto tiempo pasó desde aquella vez, pero todavía escucho la tormenta cayendo sobre el toldo de chapa. Te causaba gracia la diferencia de alturas, y de vez en cuando te estirabas para alcanzarme y darme un beso. Hermosa y algo borracha, con esa mirada triste de la que alguna vez escribí, y nunca llegué a contarte lo nervioso que estaba: no sabía qué hacer con tanta mujer entre mis brazos. Cerveza y nicotina.
Después, cuando todo terminaba, corrí, ya sin presiones o nerviosismos, eh, como cuando sos chico y corrés por el simple placer de hacerlo; corrí feliz, bajo la lluvia torrencial, crucé la 9 de Julio de punta a punta esquivando charcos y miedos. No supe hasta mucho después que era la última vez que iba a verte.
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