Estoy en una habitación donde no existe el tiempo

Estoy en una habitación donde no existe el tiempo. No puedo dar más datos; quien abrió la puerta me hizo prometerle que nunca diría ubicación ni lugar. Solo puedo decirte que existe. Con aplomo infatigable crucé mares mentales; me sometí a las más duras pruebas que puedas imaginar; sufrí mil vidas de ansiedad, rompí las pocas felicidades que me quedaban.

Era el precio de la inmortalidad.

Ya ves, para mí el tiempo era la muerte.

Si no hay tiempo no hay final.

Por eso quería entrar. Llegar a esto. Sentir la paz de no morir nunca más. Que no existan pasados, presentes, ni futuros. Simplemente ser. Es difícil de explicar.

Es difícil desarmar una mente educada contra el tiempo.

Esa obsesión maldita con el aquí y ahora que me llevó a estar acá.

Lo triste es que aquí, ahora, en esta eternidad, no siento nada de nada. Absolutamente. Mi cuerpo suspendido dejó de funcionar, como una especie de estado criogénico; congelado para siempre desde el momento en que la puerta se cerró. Mi mente no tiene recuerdos ni anhelos. Ya no sé quién soy. Ya no sé quién me quería.

Ya no sé si el amor alguna vez existió.

No te diría que me arrepiento, porque arrepentirse es también un acto mental temporal; de esas acciones que, dejándolas volar en libertad, terminan destruyendo lo de adentro.

Que cobardía insulsa, la de escapar del tiempo. La de querer ser inmortal. El tiempo era muerte, sí, lo que no sabía mi estupidez es que

El tiempo era vida también. El tiempo era todo. El tiempo era yo. Solo ahora lo entiendo.

Tuve que saberme eterno para amigarme con la muerte.

Mi dolor ahora es no poder morir.

Condenado para siempre en un lugar donde no quiero estar, el cerrojo inmaterial desapareció en el momento en que la puerta se cerró; este transcurrir sin tiempo que ya ni puede llamarse vida, este relato que escribo una y otra vez para no olvidarme las palabras; ya no hay días, ya no hay nada; todo es un continuo vacío infinito, sin principio, sin final.

Ya no lloro. Ya no río. Ya no soy.

Ya no estoy.

Ya me fui.


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