HIJOS DEL SILENCIO: crecer bajo el gaslighting 💌


La tristeza no es sólo por una relación rota, sino por años de manipulación que fueron desgastando todo lo que yo era.

-MM; sobreviviente, (2025)

Gaslighting Estratégico

Hay mañanas en las que me despierto combatiendo lágrimas.

No son lágrimas de amor perdido, sino de años acumulados de desgaste.

No es sólo la tristeza de un vínculo roto,

es el peso de haber vivido en un sistema de manipulación constante, en el que cada palabra, cada gesto, cada silencio estaban calculados para hacerme dudar de mí mismo.

– “Vos, mi amor, tenés mala memoria. (Esa frase, repetida todos los días, iba limando mi confianza en lo que recordaba)”.

A.L.- sobreviviente de maltrato.

El gaslighting no es un insulto suelto.

No es una pelea de pareja.

Es una estrategia que se mete como agua en las grietas: una gota hoy, otra mañana, hasta que la roca se resquebraja.


“Al principio no se nota. De hecho, al principio suele ser lo contrario: una avalancha de atención, cariño, frases dulces, promesas de futuro. Lo llaman lovebombing.
…y yo que lo vivía como un rescate…”

A.C; 25 años; Sobreviviente de maltrato.

Con 24 años todavía era, en muchos aspectos, un niño. Un pibe que buscaba ciertos aspectos; como cualquiera; que no encuentra en su hogar; a veces casas humildes y trabajadoras; silenciosas, familias casi rurales; de amor silencio (pero aún así mejor; y el mejor, por sobre el otro, el falso amor): necesidades y búsquedas de locura y libertad;

Esa necesidad fue el anzuelo perfecto. En cuestión de meses pasé de ser novio a “papá del corazón” de un niño de 5 años que no era mío.

Me convencieron de que eso era “lo mejor que me podía pasar”.


Ver también: Ser padre (postizo) a los 24 (¿A QUIÉN SE LE OCURRE?)


Con el tiempo, entendí que ese supuesto regalo era en realidad una trampa. No era altruismo ni amor incondicional. Era control.

Hay mamás que por más que se crean las mejores; pueden ser las peores.

Te lo puede decir cualquier hija u hijo de cualquier “padre madre o progenitor” que haya rozado la peor de las crianzas: la que no es empática con ellos mismos; donde son utilizados y aprenden a utilizar: CUANDO MAMÁ NO ESCUCHA.

“La dinámica siempre fue la misma, como un guion repetido: primero venían los halagos exagerados, después las críticas crueles, y al final la escena de víctima.
– . –
Era un ciclo tan constante que terminé anticipándolo.”

M.M. – Padre; hombre, sobreviviente de maltrato doméstico. (nadie ríe)

Al principio, la fase de halagos me levantaba: “sos lo mejor que me pasó”, “nadie me entiende como vos”.

Esas frases funcionaban como droga: me daban la ilusión de que yo era indispensable, de que estaba haciendo bien las cosas.

“Somos los mejores”;

“mirá esos idiotas”;

“qué pelotuda que es la mujer de tu amigo, no? Seguro se separan en 3 años, jaja”.

(disclaimer: ellos siguen juntos y felices ❤️‍🩹)

Es que la balanza narcisista es algo medio binario; solo entiende LO MEJOR (si mismo)

"Sos un idiota; yo te voy a decir como son las cosas y vos te callás" ("La realidad es qué", mami dixit)

Ver también: TENERLE MIEDO A MAMÁ


Montaña Rusa Emocinal; como trasteo.

Inestable. Mal ejemplo.

¿Realmente podés criar? ¿Estás capacitada; sin empatía? Pensalo.


Después de los halagos; de ser el mejor; enseguida llegaba la caída.

Ahí aparecían los dardos:

“cantás horrible”,

“dejá la banda, nunca vas a llegar a nada, tenés que trabajar más; también me estresa lavar los platos, lavalos vos; chaconcita”.

Comentarios dichos con naturalidad, como quien tira una broma, pero que a mí me atravesaban como agujas.


OTRA: 🎤 CANTAR BIEN (1, 2, 3)


Lo más cruel era que después de haberme elevado con halagos, la crítica dolía el doble:

me hacía sentir que había fallado en sostener esa imagen de perfección.

YORONA; Yo yo yorona…….

Y cuando finalmente me animaba a reaccionar —cuando decía “basta”, cuando pedía respeto, cuando intentaba poner un límite—, explotaba la tercera escena: la victimización.

Lágrimas, reproches, acusaciones.

“Mirá lo que me hacés, yo sufro por vos”.

De pronto, el problema no era la crueldad de sus palabras, sino mi atrevimiento a defenderme.

Yo pasaba de víctima a victimario en un segundo, y terminaba pidiendo perdón por algo que no había hecho.

🧠 Detectá lo que hayas internalizado; lo que te hayan internalizado;

Ese es el corazón del gaslighting: torcer tu percepción hasta que ya no sabés qué es real.

Te hacen dudar de tus recuerdos (“¿realmente me dijo eso o lo entendí mal?”), de tus emociones (“¿estoy exagerando?”), de tu intuición (“¿será que soy demasiado sensible?”).

Es como si te sacaran lentamente el piso debajo de los pies.

Con el tiempo, esa dinámica te roba algo más profundo que la autoestima:

Bob te roba la brújula. Y cuando no tenés brújula, ya no sabés quién sos, ni en qué creer, ni hacia dónde ir.

-MAZZA.

🎸🎹👨‍🎤
El niño que fui, el niño que sigue dentro

Los narcisistas no eligen víctimas al azar. No es casualidad. Tienen un radar para detectar a los empáticos, a los que dan, a los que perdonan.

A los que creíamos que con amor todo se arregla.

Yo era exactamente eso.

Quería querer y ser querido.

Tenía sueños de música, de arte, de libertad.

Pero también tenía un vacío de reconocimiento.

Y ahí entró ella, como un espejismo que prometía completarlo todo.

Al poco tiempo me encontré haciendo cosas que nunca había planeado: mudarme con una pareja y con su hijo en menos de seis meses, asumir responsabilidades que no eran mías, poner el cuerpo y el bolsillo para sostener una familia que yo no había elegido.

El mecanismo era simple: yo daba, y ella se apropiaba. Y cuando yo titubeaba, usaba el chantaje emocional.

Llorar, gritar, victimizarse.

“Si me dejás, me mato.”

Ese tipo de frases no se olvidan.


Ver también: SACRIFICIO: un lento suicidio ❤️‍🩹


Con los años, mi yo original —el pibe bohemio, el músico, el soñador— quedó enterrado bajo la máscara del “padre perfecto”.

Me repetía que estaba haciendo lo correcto, que era lo mejor para todos.

Pero adentro sabía que me estaba apagando.

Ese es el costo de estas dinámicas: uno deja de ser uno mismo para convertirse en sostén del otro.

Se vive con miedo de decir “no”, con miedo de ser señalado como egoísta, con miedo de que el vínculo se derrumbe.

Y así, sin darnos cuenta, la jaula se cierra.


La jaula invisible del falso amor


Ver también: ABUSO NARCISISTA


¿Cómo funciona esa jaula? Es casi matemática:

  1. Idealización. El bombardeo de amor. “Sos lo mejor que me pasó”, “No puedo vivir sin vos”. Esa etapa te da un subidón que confunde: pensás que encontraste el gran amor.
  2. Devaluación. Aparecen las críticas, las burlas, los comentarios que te socavan. “Nunca vas a llegar a nada”, “Cantás mal”, “Ese amigo no sirve”. El objetivo es hacerte dudar de tu valor.
  3. Victimización. Cuando ponés un límite, cuando te defendés, explota la escena: lágrimas, acusaciones, “mirá cómo me hacés sufrir”. Y vos terminás pidiendo perdón, como si hubieras sido cruel.

Ese ciclo se repite una y otra vez.

Y la víctima queda atrapada siempre buscando volver a la primera fase, a la idealización, a ese momento en que todo parecía perfecto.

La jaula es invisible porque desde afuera parece una pareja normal.

Nadie ve los gritos en la cocina, los silencios manipuladores, las cuentas usadas como cadenas, las lágrimas estratégicas.

Desde afuera todo parece estable. Pero adentro es un infierno.

El gaslighting es más peligroso que la violencia explícita porque desarma tu brújula interna.


Ver también: LA VIOLENCIA FEMENINA


Si alguien te pega, sabés que es violencia.

Si alguien te grita “no servís para nada” después de haberte dicho “sos lo mejor”, empezás a dudar: ¿será que tiene razón? ¿será que yo exagero? Esa duda es el veneno.

Y lo más cruel: cuando la víctima finalmente explota, cuando grita, cuando se quiebra, el resto sólo ve eso.

Y dicen: “mirá qué loco está”.

No ven los años de gota a gota que llevaron hasta ese estallido.


La realidad que supera la ficción: Hijo: “TU PAPÁ ESTÁ LOCO”


Generaciones rotas

El daño no termina en la pareja.

Se extiende a los hijos.

Un niño que crece viendo gaslighting aprende que el amor duele.

Aprende que decir “no” es peligroso.

Aprende que los roles están invertidos: que tiene que cuidar a mamá, consolarla, calmarla.

Ese aprendizaje temprano deja huellas.


Ver también: Estilos parentales invalidantes y sus huellas en la autoeficacia


Yo también era un niño cuando entré en esa dinámica. Tenía 24, pero emocionalmente seguía buscando un abrazo que nunca había tenido. Y me encontré atrapado en una estructura que repetía lo peor: el silencio, el miedo, la sumisión.

Los chicos que viven en hogares con un padre o una madre narcisista cargan con una mochila que no les corresponde.


Se convierten en confidentes, en cómplices, en espectadores de un teatro que no entienden.

Y muchas veces terminan repitiendo esos patrones en sus propias vidas.

El gaslighting no es un problema privado entre adultos.

Es una bomba que explota en la infancia de los que están mirando.

Y cada generación que lo repite multiplica el daño.


Romper el silencio

No se trata de demonizar personas ni de hacer listas de culpables.

Se trata de ponerle nombre a un mecanismo que se repite en miles de casas.

Se trata de mostrar cómo la violencia psicológica puede ser tan devastadora como la física.

Yo mismo callé durante años. Por miedo, por vergüenza, por la culpa que me habían enseñado.

Porque sabía que si hablaba, me iban a tildar de exagerado, de loco, de ingrato.


Ver también: AMOR CONDICIONAL; Vs. El Amor, de Verdad ❤️‍🩹


Romper el silencio no es fácil.

Implica aceptar que uno fue víctima.

Implica soltar la vergüenza.

Implica animarse a decir: “sí, me manipularon, me apagaron, me hicieron dudar de mí mismo”.

Pero también implica recuperar la voz.

Esa es la reconstrucción. Volver a cantar, a escribir, a crear. Volver a ser el que uno iba a ser antes de que lo programaran como sostén de otro.


Recomendaciones: Para quienes se reconozcan en estas palabras

Este texto no es sólo un desahogo personal.

Es un llamado a quienes se reconozcan en estas dinámicas.

Si te leés y sentís que algo de esto es tu vida, acá van algunas claves:

  1. Ponéle nombre. No estás loco, no exagerás. Si tu pareja alterna entre adoración, humillación y victimización, eso tiene un nombre: gaslighting. Reconocerlo es el primer paso.
  2. No discutas lo emocional. Restringí las conversaciones a lo práctico: horarios, pagos, logística. Todo lo demás es anzuelo. Cuanto más breve y neutra tu respuesta, más te cuidás.
  3. Guardá pruebas. Anotá frases, guardá mensajes, registrá lo que vivís. No para vengarte, sino para no dudar de tu propia memoria. El gaslighting se sostiene en hacerte sentir que imaginás cosas.
  4. Protegé tus sueños. Seguí cantando, dibujando, estudiando, aunque te digan que no servís. Ese espacio es tuyo. Nunca lo entregues, porque ahí está tu salvación.
  5. Buscá apoyo. Terapia, grupos, amistades confiables. El aislamiento es la herramienta más fuerte del narcisista. Romperlo es sobrevivir.
  6. Cuida a los niños. Si hay chicos en el medio, recordá: ellos aprenden más de lo que ven que de lo que les decís. No permitas que naturalicen el gaslighting. Mostrales con hechos que hay otra forma de relacionarse.
  7. Perdonate. No por haber entrado, no por haber aguantado. Perdónate por no haber sabido decir “no” antes. Y usá ese perdón para reconstruirte.

No es tu culpa. Nada de todo eso es tu culpa.


Palabras finales (Perdonen hijos, perdonen a sus padres)

El gaslighting se camufla de amor, de frases dulces, de lágrimas de cocodrilo.

Lo que deja es aislamiento, miedo y generaciones rotas.

Pero hay salida. Se puede sobrevivir, se puede volver a cantar, se puede volver a amar de manera sana.

Que nos perdonen los que crecieron en medio de esto, los hijos que vieron lo que nunca debieron ver.

Que nos perdonen los niños que fuimos y que callaron tanto tiempo.

Hoy ya no hay más silencio.

Hoy la voz vuelve a ser mía.


Podés seguir leyendo: Nadie Escucha A Tu Papá

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