Estilos parentales invalidantes y sus huellas en la autoeficacia

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HIJAS; PERDONENLOS. HIJOS, perdónanlas.

INVALIDANTES

El concepto de “invalidación” fue descrito de forma sistemática por Marsha Linehan en los años noventa, al trabajar con pacientes con desregulación emocional.

Un entorno invalidante no necesariamente es abiertamente abusivo; puede ser un ambiente donde las emociones del niño son minimizadas, ridiculizadas o castigadas.

Comentarios como “no exageres”“vos siempre sensible” o “eso no es para tanto” enseñan al niño que su experiencia subjetiva carece de valor.

La consecuencia suele ser un adulto con baja autoeficacia (Bandura, 1997): duda de su capacidad para lograr objetivos y tiende a evitar la exposición social por miedo a equivocarse o “molestar”. Diversos estudios posteriores vinculan este estilo parental con ansiedad social y patrones de inhibición en la adultez. En términos prácticos, significa que una persona criada en estos entornos puede conocer sus derechos y aún así callar, porque lo aprendido es que su voz no cambia nada.


Apego (INSEGURO); y riesgo de depresión

El apego es ese patrón relacional que se establece en la infancia y moldea cómo confiamos en los demás y en nosotros mismos.

Un apego seguro se asocia con resiliencia, mientras que los apegos inseguros (ansioso, evitativo o desorganizado) elevan la vulnerabilidad a problemas emocionales.

Un meta-análisis robusto de Spruit y colegas (2020), que integró datos de más de 200 estudios, confirmó que las personas con apego inseguro presentan mayor riesgo de desarrollar depresión en la adultez.

Me pregunto yo: ¿cómo miden, exactamente, esto? Psico-Ciencia.

La lógica es clara: si en la infancia la figura de cuidado es impredecible, intrusiva o distante, se internaliza la idea de que el mundo es poco confiable y que uno mismo carece de valor intrínseco.

Ese guión interno puede, años después, favorecer estados depresivos donde predominan sentimientos de inutilidad y soledad.


Negligencia Emocional y la dificultad de Reconocerse

(Childhood Emotional Neglect)

CEN stands for Childhood Emotional Neglect, a subtle form of childhood trauma where a child’s emotional needs are not met, leading to long-term consequences such as difficulties with emotional regulation, mental health challenges like anxiety and depression, and impaired social and interpersonal functioning. It occurs when caregivers consistently ignore, minimize, or fail to validate a child’s feelings, leaving the child feeling unseen and unimportant. 

Crianza negligente.

La negligencia emocional infantil (CEN, por sus siglas en inglés) se diferencia del maltrato explícito porque es invisible.

bb>NEGLIGENTE EMOCIONAL.

No hay golpes ni gritos, sino ausencia: padres que proveen lo material pero no registran las necesidades emocionales del niño.

Jonice Webb popularizó este concepto mostrando cómo personas adultas que vivieron CEN suelen decir frases como

“no sé qué siento” o “nunca sé lo que quiero”.

La dificultad aquí no es solo expresar, sino incluso reconocer la propia experiencia interna.

El niño aprende a desconectarse de sí mismo para adaptarse a un entorno indiferente.

En la adultez, esto puede traducirse en relaciones en las que se cede constantemente, no por altruismo, sino por desconexión con los propios deseos.

Empezar por el “YO, [TU NOMBRE], QUIERO…”; y volar. Luego, volar.

Y cuando la vida se organiza desde esa autoanulación, el terreno está abonado para la depresión, la ansiedad o la sensación crónica de vacío.


En síntesis

Estos tres marcos —invalidación parental, apego inseguro y negligencia emocional— no son etiquetas cerradas ni diagnósticos.

Funcionan como lentes que ayudan a entender cómo entornos relacionales tempranos pueden moldear patrones de silencio, inhibición o desvalorización.

Ninguno implica una condena inevitable: reconocer el legado es el primer paso para construir nuevas formas de estar en el mundo.

Ver tambien: CUANDO MAMÁ NO ESCUCHA; Nadie Escucha A Tu Papá.


revisado: 2025.

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