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  • Cuando Todo Te Cueste

    Cuando Todo Te Cueste,
    que no te cuezca.

    2024; y todavía hay personas convencidas de que alguien puede salir adelante solo con El Valor de Su Fuerza de Voluntad.

    Sí, y también “la fé”, mueve montañas.

    Por supuesto que algo de esto es cierto; es cierto que Tu Fuerza de Voluntad puede llevarte alto y lejos; es cierto que “la fé” (puesta entre comillas no por bastardear; sino para aclarar que también puede haber “fé” contraproducente; tanto para un individuo como para su comunidad)

    Digamos, en vez de “la fé”, como única cosa: LA ESPIRITUALIDAD; todo eso inabarcable de un ser humano, de cualquier persona.

    Vos, Podés

    Solo esas dos palabras. Quizás quieras agregar, “Vos, SI QUERÉS, Podés”. Porque es así, ¿no?

    Vos, Cuando Querés, Podés.

    ¿Pero qué pasa cuando NO QUERÉS?

    Cuando Todo Te Cuesta.

    Cuando Todo Te Cueste,
    Será que No Querés

    Querer como Deseo.

    Cuando no tengas Deseo, Te Va a Costar.

    Cuando Todo Cueste, pensá que anda “Cuesta”.

    Costar o costo; en una transacción económica.

    Una Cuesta
    Algo Que Subir.

    Las cosas no “Cuestan”, VALEN.

    Marcelo Mazz

    Vos no “costás”, valés. Las Cosas, No te “Cuestan”, “Valen”. Sí, lo repito.

    Es importante cómo te hablás, como hablás de tus cosas; qué expresiones usás para expresarte.

    Observá bien cómo hablás de vos.

    Si hablás mal; todo te va a costar.

    ¿Qué te Cuesta Tanto?

    ¿Y El Deseo? ¿Y el Querer?
    ¿Qué hacer cuando eso o algo falte?

    Cuando no Desees nada; habrás tenido todo.

    Cuando No Quieras Nada Más; Podrás Querer Algo Nuevo.

    ¿Te Querés? ¿Te Querés de Nuevo?
    ¿Te Deseás?
    ¿Dónde perdiste Tu Deseo? ¿Y Tus Sueños?

    ¿En qué momento?

    O te los hicieron perder.

    Que no te pierdan tus sueños, ni tus deseos, ni tus quereres.

    Gracias, siempre gracias agradeciendo.
    No Haciendo Gracias.

    Simplemente.

    Yo Perdí El Deseo
    Mi Querer
    Y Creo que
    Lo Estoy Reencontrando.

    Si Termino de Encontrarlo; te voy a avisar.
    Seguiré escribiendo
    Más.

    Cuando El Resto Faye
    Quekede Un Tango:

    (hay que saber también
    saber perder)

    Adiós…
    Es la manera de decir ya nunca.
    Adiós…
    Es la palabra que quedó temblando, ¡Ay!
    En el corazón de la partida.
    Adiós…
    Espina fina de la despedida.
    Adiós amor…
    No nos veremos más…

    Federico Silva, 1963
    Tango “No Nos Veremos Más”; Roberto Goyeneche & Trio Stazo; YouTube.
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    N. de E.: este texto fue publicado inicialmente en mi blog No Es Porno, que ya no existe salvo acá; va en audio también, la voz es una Inteligencia Artifical de https://elevenlabs.io/ con acento argentino, “Valeria”. 2024.

    Habitantes, testigos, moradores, esclavos y transitantes de otra dimensión; noche perpetua en pasillos desolados colmados silenciosos.

    Es difícil para la conciencia asimilar de golpe y con solo unas palabras el infinito mismo que se hace presente en estos túneles.

    ¿Cómo elegir tan solo una porción de ese todo, arrancarla de la colectividad y forjar anécdota de viaje, si justamente ésta nace y se desarrolla en un instante y túnel determinados, inherentes entre sí?

    Si estos trenes añejos que recorren las profundidades cargan con un bagaje de músicas, miedos, tristezas, alegrías, despedidas, palabras, silencios, miradas, sonrisas, lágrimas y te quieros que jamás podremos asimilar o comprender o conocer.

    Sería tal vez demasiado ambicioso pretender jugar a Dios y seleccionar con frialdad una historia, porque la historia no sería historia sin el conjunto de pensamientos y actividades en las que se vio rodeada desde su inicio.

    En recorrido eterno han sido condenados estos vagones, bestias de metal, en recorrido eterno han sido condenadas estas personas, bestias de carne y hueso, en recorrido eterno me encuentro.

    En ese ir y venir constante regresás una vez más, para decirme que nunca me vas a dejar, que somos eternos como ese recorrido, que estamos unidos como esos vagones, y me besás con tu boca medio seca y medio húmeda, en ese tramo entre Congreso y Saenz Peña donde el roce de las vías y los rieles se eleva y la luz se apaga y quedamos a oscuras; chispas, sólo chispas. Y cuando la luz vuelve me encuentro solo una vez más, como ese viejo que te entristecía al costado del andén, haciendo combinación de estaciones y alcoholes y penas y olvidos. Viajabas sin destino, recorriendo la ciudad un poco (sólo un poco)

    más cerca del núcleo,
    y no te importaban los sucesos de allá arriba mientras estés vos,
    decías, y te acurrucabas en el hueco de mi costado,
    y yo te sentía cálida meciéndote como las manillas blancas,
    izquierda y derecha y al revés.

    Aún hoy me deslizo por esas escaleras que me llevan a lo profundo recordando aquel día lluvioso y gris, como todo en esta ciudad, en que me tironeaste de la manga y saltando entre escalones me hiciste descender, para guarecernos del diluvio.

    Todo está vacío, solo el eco de las gotas exteriores que ya no mojan, el olor a humedad; y me secás la cara con tu mano suave, la misma que con firmeza me hizo bajar, y no decís nada y cerrás los ojos y esperás, esperás ese beso que tengo miedo de darte, pero que viene desde algún ínfimo punto de luz ahí en la oscuridad y nos hace eternos; eternos, así dijiste. Avenida de Mayo, combinación con Línea A.

    Y a pesar de lo que digo y escribo termino eligiendo una historia, contrariando mis primeras palabras, porque solo tal vez en la contradicción encuentre la destrucción recíproca a la que me veo sometido cada nueva vez que cruzo las puertas de un vagón que respira y está vivo con tu recuerdo siendo transportado por las entrañas de la tierra.

    Fin del recorrido.