Ellos son malos, egoístas, perversos, antisemitas, antinegros, superficiales, ignorantes, ahorrativos, insidiosos, cuenteros, solitarios, repulsivos, calculadores, fusiladores, propietarios, sarcásticos, mentirosos, sensuales, respetan los símbolos, pegan a los hijos, pegan a los hambrientos, pegan a los inseguros, pegan, a los versificadores, a los prosistas, acumuladores, escribanos, puristas.
Son y lo cuidan, son y no mueren, son y son viejos, saben calcular, saben lo que les espera, saben leer, saben pagar, saben. Mienten a las esposas, mienten al fisco, mienten a los hijos, mienten a las amantes, mienten al médico, mienten. Temen a la muerte, en el hospital, en la cama, en el satélite, en las películas, temen la poliomielitis, temen al ajedrez, temen que ocurra lo que no esperan, temen.
Ellos son: ministros, jefes de policía, masculinos femeninos, ebrios a las seis, solitarios, malos, egoístas, ambiciosos, ignorantes, odian a los inquietos, a los inseguros, a los que dudan, a los que pegan fuerte, a los que no pagan, a los que nos siguen, a los que no quieren, a los que leen, a los que dudan. ¿No son dóciles? La horca. ¿No son canallas? Fusilarlos. ¿No son carneros? Expulsarlos. ¿No son propietarios? Expulsarlos. ¿No son incondicionales? Expulsarlos. ¿No son solitarios? Aislarlos. Ellos sobornan, televisión, revistas, diarios, cigarrillos, cocaína, preservativos, comidas, sueños de viaje. Ellos sobornan, mantienen, bebidas, mujeres, vinos y canto, pagan Viena, pagan técnicas sexuales de amor incondicional, pagan las experiencias.
Compañeros: ellos mueren. ¿No quieren morir? Morirán igual, lo digo yo. ¿Quién soy yo en esta época de la decadencia absoluta del capitalismo financiero imperialista? Lo digo yo, que tengo un poema completo preparado sobre lo que somos nosotros en esta época del capitalismo agonizante decrépito agonizante. Lo digo yo y basta. Soy responsable únicamente ante mí, ante mi mujer que quiero, ante mis hijos por quienes tiemblo, ante mis amigos, unos notables adolescentes crecidos que son rebeldes porque el mundo no les gusta; en cuanto les guste firmarán mi orden de ostracismo. Soy responsable ante el almacenero, a la vez bolichero, descendiente directo de los antiguos bolicheros que expendían el alcohol cuando Juan Moreira, Martín Fierro, José Hernández, Federico Wernicke, podían caer en cualquier momento de sorpresa; ante el estado federal comunal provincial, ante el crepúsculo, que no sé bien por qué me persigue; responsabilidad ante las mujeres que amé y nunca se enteraron, las que se enteraron y me rechazaron, las que vivieron conmigo, las que me acunaron, las que me delataron, las que me quisieron.
Pero sepan: yo no como más, no bebo más, no lloro más, no espero más, no grito más, no lamento más, no quejo más, no más. Bebo más, bebo más, bebo más.
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