Un comment es mucho más que un comentario. Es fuerza, es aliento, es agradecimiento, es emoción, es sinceridad, es ganas de seguir, de querer mejorarse, todo esto y mucho más.
Y esto que viene suena a discurso repetido, pero me da igual:
Hace casi un año, cuando arranqué con No es porno, jamás en la puta vida se me cruzó por la cabeza que alguien iba a gastar preciados minutos de su vida en algo escrito por mí, y menos aún en dejar un comentario. Y todavía no me acostumbro cuando pasa. Cada comentario que recibo sigue siendo como el primero, me llena de una alegría y satisfacción inmensas, indescriptibles. Abro el mail esperando que Mr. Blogger anuncie algún comentarista nuevo, como un pibe espera al viejo barbudo en Navidad.
Les juro que no le encuentro explicación, será cuestión de que gusto de inflarme el ego, o algo parecido; algún psicólogo de juguete opinará que tengo un complejo de inferioridad y esas boludeces que dicen, pero a mi no me importa.
Gracias a todos los que dejan (o alguna vez dejaron) su regalo en el arbolito, por alegrarme los días.
Y propongo que, por esta vez, todo el que pase deje algo dicho, valen puteadas, puto comilón, lo que fuere. Veremos cuantos se juegan…
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